martes, 10 de junio de 2008

Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste?

La mente no hace otra cosa que manejarse por asociaciones. Música y lugares con personas, experiencias, situaciones, sensaciones. Me fui… respiré otro aire, corté con la rutina, desasocié. Las sabias palabras de mi mamá y mi papá resonaban en mi cabeza. Una que otra lágrima rodaba por mi mejilla al recordar esos abrazos antes de partir. Sí, me iba sólo por un día, pero hacía más tiempo que yo no estaba entre ellos. Fueron veinticuatro horas de vivencias condensadas en recuerdos. Un viaje en colectivo con lecturas bíblicas incluidas. Películas que sólo escuchábamos con auriculares. Confesiones, charlas mundanas, llantos y risas. Caminatas bajo una lluvia que apenas mojaba la ciudad. El refugio de las Galerías Pacífico cuando las gotas fueron más tupidas. La grata compañía de aquella persona con la que tengo una conexión especial. Siempre la tuve. Su nombre traía a mi memoria una canción que canté bien despacito mientras recorríamos la calle Florida “Quién sabe Alicia este país…” pero ella me interrumpió: “no estuvo hecho porque sí.” Nos miramos y soltamos una carcajada. El almuerzo que se prolongó para matar el tiempo, aunque ninguna de las dos quería que se nos escurriera. El hombre simpático del kiosco de la esquina. - ¿Cómo hacemos para ir a Palermo Soho? - ¿Qué tiene que ver Palermo Soho con la caramelería? (Caramelería: estableciemiento en donde se venden caramelos y/u otras golosinas, pronúnciese ‘garamelería’) (Palermo Soho: zona de locales comerciales para que gente como nosotras se sorprenda de que un simple saquito esté valuado en $980, y lo que es peor, de que exista gente que esté dispuesta a pagar ese precio) Un café acá, otro allá. Viajar en subte gratis sin saber por qué. Observar a una autora comprar su propio libro. Y para no quedarme atrás, comprarme uno yo también. Los viajes en taxi en los que no pasaba desapercibida nuestra procedencia. El contraste entre el frío gris de la ciudad y nuestra alegría de encontrarnos ahí, juntas. El regreso y el abrazo final, reafirmando una amistad que empezó hace años y que necesitaba darse un día entero.

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