Esas gotitas redondas, sin pudor y sin piedad, le humedecían el rostro. El aire frío le golpeaba el cuerpo, contribuyendo con su malestar físico y emocional. La idea de un lugar cálido no la soltaba y ella se perdía entre la angustia y los deseos de desaparecer. El frío comenzaba, ahora, a congelar los hilos que formaba el agua de lágrimas en su mejilla, a la vez que una cadena de sensaciones ridículas se engranaban, inevitablemente, dentro suyo. A su alrededor todo parecía irreal y el cansancio la ofuscaba. No veía la hora de perderse en lo onírico, en lo utópico. De perderse y no encontrarse hasta haber eliminado cualquier rastro de pesadez...
... de perderse en alguna situación semi-quimérica, sustentándose en algún escape salvador, derrotista de realidades húmedas... de querer saber que no desaparecerían dichas aristas frías. Mas, unos segundos de sueños le bastaban para sentir un tonto, efímero, pero eficaz viaje medular, único en cada quien.
ResponderEliminarTodo en pos de aferrarse, sin soltar ni un maldito un dedo.
(Tenía que estar acá, en estas líneas, en este momento y poder encontrar mi fluidez y no rendirme, no soltarme otra vez. Una singularidad gustosa ocurrió mientras jugaba a leer cosas que no me interesaban, entre distintas páginas... Abrazo Agos, gracias por permitirme descargar situación actual que anda revoloteando estos, mis lares sinápticos :))