La oscuridad se quiebra por esos bastones blancos con plumas de fuego. Mantengo la mirada fija en las velas y me hipnotiza ese movimiento casi imperceptible de la llama pequeña. Gotas acuosas caen por el tronco que sostiene la mecha y de a poco van formando un patrón sin lógica. La llama se tambalea, baila al son de una música que solo ella puede escuchar. Me atrae; no puedo quitar los ojos de ella. De pronto el tronco desaparece y queda un hilo negro flotando en cera líquida, caliente. La llama pelea por su vida, se mantiene amarilla y vívida…
…Hasta que la oscuridad vuelve a inundarlo todo.