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lunes, 10 de enero de 2011

Doctor, doctor.

Necesito que alguien me explique mi condición: Estoy harta de la música. Yo, que no iba ni al baño sin alguna melodía de fondo. Ahora me da lo mismo. ¡Me da lo mismo! y hasta, a veces, me molesta. No tengo más esos antojos que solía tener. Me di cuenta de que la situación era peor de lo que pensaba porque tengo un viaje de 40 horas (en colectivo) por delante. Lo primero que hice fue poner 3 libros en mi cartera, pero después pensé que no me vendría mal revivir el mp3. El pobre es viejito, nunca tuve ganas de renovarme. De pedo le entran 80 temas, pero peor es nada, ¿no? La cuestión es que cuando buscaba entre mi música con qué podía alimentarlo, nada me llamaba. Antes, cuando hacía lo mismo, me quedaban 38490 temas afuera y editaba la lista 5 veces hasta que quedara fantástica. Hoy no me importó. El típico cartel me avisaba que estaba lleno y ahí estaba yo, entre las opciones "Reintentar" o "Cancelar". Apreté "Cancelar" y a otra cosa mariposa... Es grave. Es muy grave. Me siento mal. Quiero cura urgente.

martes, 29 de diciembre de 2009

Antonin

Digamos que siempre fui de esas a las que les aterra manejar cuando llueve torrencialmente. Hoy fue la excepción. Antes de que empezara a gotear, sonaba en el auto Artaud, uno de los mejores discos de Pescado. Cuando volvía a casa, la temperatura en el interior del auto, producto del aire acondicionado puesto al mínimo, contrastaba con la humedad y la pesadez que me mostraba el parabrisas. Y la voz de Spinetta completaba el ambiente, sólo que esta vez, estaba acompañada de gotas que golpeaban con gran fuerza las chapas del auto y conformaban un particular coro de fondo.

La velocidad, la frescura, la música, el llorar del cielo y su sonido tan particular, contribuyeron a que esa vuelta a casa sea una de las más placenteras...

viernes, 17 de julio de 2009

A estos hombres tristes

Intérprete: Almendra
Autor: Luis Alberto Spinetta

Salva tu piel, la ciudad te llevó el verano. Ponte color, que al morir los hombres son blancos, más blancos que al volar sin volver, sin volver, que al volar sin volver. Tú tienes pies y tienes manos pero no se ven. Si tus pies hoy nacieron viento, déjalos correr y si tus manos con las plantas, déjalas crecer. Vive de azul, porque azul no tienes domingos. Ríete al fin, que llorar trae tanto frío, mas frío que olvidar como ver, como ver, que olvidar, como ver. Una vez vi que no cantabas y no se por qué si tienes voz , tienes palabras, déjalas caer, cayéndose suena tu vida aunque no lo creas. Cuánta ciudad, cuánta sed y tú un hombre solo. Cuánta ciudad, cuánta sed y tú un hombre solo...

lunes, 13 de abril de 2009

Desintegración abstracta de la defoliación

Recibir un llamado del mismísimo Luis Alberto Spinetta en tu casa debe ser un sueño para vos y para muchos. Salvo que ocurra un viernes a las 7 de la mañana y que Luis te diga: estoy destruido, cómo me traicionaste.

Eso me pasó en la mañana del 7 de setiembre del 87. Hace mil años, pero no sabés cómo me acuerdo. Por entonces colaboraba esporádicamente en el Suplemento Sí de Clarín con notas que se sustentaban por ser "buenas ideas realizables". Y una vez se me ocurrió que estaría bueno contar la verdadera historia de Muchacha ojos de papel. Luis me la había revelado para una entrevista radial, unos años antes, y pensé que ya era hora de dejarla escrita. Pero como era -y soy- respetuoso de las privacidades, incluso de aquellas que me han sido contadas para hacerlas públicas, antes de escribir la nota le pedí su autorización. Si me hubiera dicho que no, que de ninguna manera, no me habría sorprendido... pero me dijo que sí, y me dejó patas para arriba cuando terminó pidiéndome escribir: Si se puede, para completar tu nota quiero volver a escuchar la canción y hacerle una autopsia a la Muchacha, me dijo. ¡Claro!

En aquellos tiempos lo veía muy seguido, teníamos una relación no de amistad pero sí de mucho cariño y respeto. Recuerdo qué hermosas cosas me dijo a mediados del 86, cuando estaba por nacer mi hija Victoria, o sea cuando estaba por debutar en la paternidad.

Entonces hicimos: yo escribí la historia de la canción y él, la revisión de su obra. La tituló Muchacha ojos de papel - Desintegración abstracta de la defoliación.

El asunto es que al editor del Sí, el texto le debe haber parecido muy atravesado, raro, ininteligible y oscuro para el todo público de la publicación. Entonces metió mano y lo publicó más "digerible". Esto es, cambiado, reducido y simplificado.

Yo, un simple colaborador, me enteré de lo publicado cuando me llamó Luis, que había leído el diario a primerísima hora. Por su nota o porque se levantaba temprano en ese tiempo, quién sabe. Y tenía razón, su texto había sido tijereteado feo.

Por eso se enojó mucho. Todavía está enojado, creo. Espero que ahora se entere de que, aquella vez, yo no le saqué ni una coma: lo hizo alguien que no sé quién fue. Es más: guardo una copia del texto que me entregó para aquella nota.

La historia de su canción famosa me la contó en una entrevista radial que hice con él en el 84. No sé si otra vez habló tan claramente de esa canción suya y de esa historia que es parte de su vida privadísima.

-Hablemos de Muchacha...
-Bueno. La Muchacha de la canción era Cristina Bustamante. Mi primer gran amor. Ella vivía en el mismo edificio de Emilio y por eso la conocía de vista. A veces se juntaban los fines de semana a charlar en la puerta, pero sin pasar a ser más que conocidos. Pero una vez nos quedamos solos en la casa de Emilio, porque sus padres habían viajado, y entonces invitamos a las chicas a tomar algo, a bailar, una especie de asalto. Y ahí, por primera vez, me sentí enamorado. En realidad ya me había enamorado varias veces pero siempre habían sido amores imposibles de realizar por diferencia de edad; no sé, me enamoraba de las maestras, de las pibas más grandes y después no pasaba nada, obviamente. Yo era un inepto absoluto en ese momento. Y bueno, todos esos pequeños amores desembocaron en un gran amor que fue el de esta muchacha ojos de papel, que fue un amor correspondido. Porque también ella me quiso mucho. Fue mi primer amor, mi primer gran amor, inolvidable amor. Y me inspiró una canción.

-¿Vos tenías idea que el tema fuera a golpear tanto en la gente?
-No, porque nada de lo que uno hiciera en ese momento podía tomarse para especular en eso. Pero la canción emocionaba al que la escuchaba, pasaba eso y punto. Y cuando la estrenamos en el Coliseo, fue tan rotundo el éxito de la canción que yo mismo lloraba, no lo podía creer. Aparte, el día que la estrené, por motivo de una rencilla que habíamos tenido, en la mitad de la canción ella se retiró del Coliseo. Yo cantaba la canción y la veía que se iba por el pasillo hacia el fondo. Ese tipo de cosas bien de pubertad, de 18 años. Amor.

-No debe haber mejor halago para una mujer que su amado le dedique una canción. Y tratándose de una canción como Muchacha, no es difícil imaginar cómo se habrá sentido Cristina...
-Es cierto. Se dio vuelta. Aparte, ella la conocía de antes, yo se la había cantado para ella en forma personal. Pero cuando le arreglamos todos los coros y la estrenamos en vivos, fue tremenda la emoción que sentí. Imborrable. Yo lloraba arriba del escenario, porque sentí que toda la gente se conmocionaba con eso. Al instante. Después vino el éxito. Sentí que la canción traspasaba la gente, lo mismo que cuando estrené Plegaria o Figuración, Muchacha traspasaba la gente. Con Almendra me cansé de ver chicos y chicas llorando, de emoción o de felicidad.

-Después de aquella pelea y del Coliseo, el romance siguió.
-Sí, termina en el Blues de Cris: "Sus ojos al final olvidaré". El romance se fue deteriorando y tuve que tomar una determinación importantísima en mi vida, porque todas esas pasiones son muy intensas, y si bien uno tiene la adicción de amar, también tiene una cruz tremenda en soportar los embates de todas esas pasiones. Sobre todo cuando es muy joven y no tiene la cabeza tan fría, uno es poseído por eso y posee, y eso trae dolor cuando se desposee y se quitan los ropajes, se caen los roles y quedan los individuos solos frente a frente. Es el momento culminante para todo ser humano. Y para mí, el Blues de Cris fue como una auto-declaración de cambio de rumbo. Me fijé olvidar esa mirada, olvidar todo lo que me unía a ella, que en parte había sido, en ese último tiempo, muy doloroso. Y me dispuse a emprender otra vida, descubriendo otras mujeres, otros amores.

-¿Cristina te reprochó alguna vez que esa canción que vos le habías regalado, de golpe la hicieras pública y así permitieras que todo el mundo se adueñara de ella?
-Jamás me reprochó tal cosa. Al contrario, era feliz de que yo obtuviera un éxito a través de eso. Pero en general no quería que dijera que se trataba de ella.

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Muchas veces estuve tentado de buscar a Cristina. Una vez me contaron que vivía -o vive- en Venezuela. No sé si es cierto. En las guías telefónicas de la Argentina hay por lo menos una decena de Cristina Bustamante. Incluso leí por ahí que hay una Cristina Bustamante que desapareció en los 70: un nombre entre los 30 mil. ¿Alguna de ellas será la Muchacha de la canción? Por momentos pienso que estaría buenísimo encontrarla y que dijera que sí a una entrevista. Sería como hallar, tantos años después, a nuestra Garota de Ipanema. Y por momento creo que mejor que no. Que no hay que corporizar a esta musa de Spinetta: cada uno tiene la imagen de Muchacha y no tiene que venir alguien a ponerle ojos de verdad, piel que no es rayón y seguramente, las arrugas de los 50 y pico de años que tiene. Mejor que ella sea como uno quiso o quiere que sea. Por siempre.


Mi mayor agradecimiento a vos, que me mandaste el link a la historia.

sábado, 21 de febrero de 2009

Pon mi anillo en tu cadenita

Mi búnker huele a esencia de melón y mi banda sonora es el ruido de la lluvia que golpea contra el suelo al otro lado de la ventana (eso no es bueno, es buenísimo). Y acabo de tomarme un rico café que hice con indicaciones de mi papá mientras limpiábamos la cocina y nos deshacíamos de una invasión de hormigas que ha ido incrementando en los últimos tiempos. Al café lo tomamos en la galería, después de un pollo al horno que hizo mi madre. En la galería estábamos: papá (que escuchaba un programa de radio que le dio título a esto que estoy escribiendo), mamá (que desafiaba todo juego que aparecía en el diario del sábado), hermano (que con su remera de Boca leía la parte de deportes y decía “me gusta el equipo”), inquilino (que saboreaba el café tanto como nosotros) y mis dos perras (una de las cuales se encargó de dejar impecable la taza de café que mi padre acababa de vaciar porque “todo lo que toma su amo, ella también lo tiene que probar”) Y el programa de radio en cuestión era divertido. Siempre, antes de terminar, hacen un top 5 (creo) de los peores temas. Pon mi anillo en tu cadenita de Johnny Carel se llevó el segundo puesto (pavada de título, ¿no?) y una versión de Smoke on the Water de Teto Medina (!!!) se llevó el primero (¡y BIEN merecido!) Y así concluye esta entrada… porque se acabó mi recreo y mi libertad: los libros me están esperando.

lunes, 16 de febrero de 2009

Queda la música...


Pienso que hay una falta de respeto por la vida y una falta de espiritualidad tal, una falta de hermandad verdadera, que me resulta muy difícil pensar que la música no las refleje. Esa mediocridad espiritual está reflejada en una mediocridad musical, es automático y hacia eso vamos. Pero ojo, eso no significa que esté todo perdido, al contrario. ¿Quién dijo que todo está perdido?

L.A.S.

Esto lo estoy tocando mañana...

Que a un señor lo sientan en una silla en un estudio de grabación y hay un gran silencio y luego sale una voz así como de la nada, una voz que parece ya muerta... Y del otro lado habrá un día un señor que comprará el disco y lo escuchará en su casa y será un poco, también, como si él estuviera muerto cuando lo escucha. Todo es distante y diferente y parece inconciliable, y a la vez todo se da simultáneamente en este momento, que todavía no existe para mí y que es, sin embargo, el momento en que usted escucha estas palabras que yo grabé en el pasado, es decir, en un tiempo que para mí, ahora, es el futuro. Juegos de la imaginación, dirá el señor sensato que nunca falta entre los locos. Como si eso fuera a decir algo...

martes, 3 de junio de 2008

I Wish I Cared

To love me truly or let me go
In-between I don't wanna know
This is how it has to be
No more us and no more we...