miércoles, 27 de agosto de 2008

Hasta siempre...

No hay finales perfectos ni felices. Si fueran felices, no se llamarían finales. Y si fueran perfectos sería una mentira. Sólo hay finales… y ésos son los que, inevitablemente, dejan un vacío. La diferencia está en la calidad del vacío. Hay vacíos que torturan por una ausencia y hay otros que tranquilizan porque ya no queda nada más por decir y mucho menos por hacer. Dijimos adiós por última vez y me dirigí al lugar que había sido testigo de nuestros encuentros muchas veces. Sin saber por qué, pero con pasos firmes. Me vio llegar, me invitó a pasar y ahí me quedé. Lloré entonces y lloro ahora.

Por lo que fuimos y por lo que ya no es.

domingo, 24 de agosto de 2008

Día del lector

Los mensajes de texto sin duda acortan distancias y, para una abuela que vive sola a tres horas de la ciudad sin teléfono fijo, resultan un medio de comunicación bastante importante. "hoy es el dia dl lector, x j.l.borges q un dia como hoy nacia hac 109 AÑOS. ABU" Suelen ser más incomprensibles, pero incomprensibles y todo, me llenan de alegría y admiración porque no todas las abuelas tienen esas ganas fervorosas de aprender cosas nuevas.

En fin, estaba esperando algún texto adecuado para esta foto que saqué hace un tiempo ya. ¿Y qué mejor que éste?

Feliz día del lector a quéllos que se consideren tal cosa.

lunes, 18 de agosto de 2008

Gracias (por la huella mágica)

Entonces se percató con sorpresa de que no era desdichad[a]. La presencia física era mucho menos importante de lo que había supuesto. Lo importante era la huella dorada, la huella mágica que había dejado en su vida y que nadie podría quitarle. Antes de desaparecer de su vista tuvo tiempo de poner en sus manos la escoba de Hércules, con la cual barrió de su vida todo lo que no quería. Aquella inesperada felicidad, aquella comodidad, aquel placer que le producían la libertad y la nueva vida, ése era el regalo que le había dejado.

Después de un domingo tan lleno puedo (hoy) pedir prestadas estas palabras y sentirlas mías, aunque sea por un segundo. Porque ésa es la magia de la escritura: trasciende el tiempo y el espacio. En otro lugar (totalmente lejano), en otra época (mucho más moderna), en otra situación (similar y a la vez distinta), yo me identifico.