lunes, 19 de julio de 2010

Ineptitud elevada a la enésima potencia

El sistema pedorro de mi facultad ahora funciona. Recibí un mail que explicaba que oh, durante las vacaciones hubo un apagón, que la facultad estaba vacía por razones obvias y que entonces oh, no había nadie para solucionar el problema. Total, ¿qué importa que 50 infelices no puedan rendir un final hoy? ¿Qué es un final en la vida de un estudiante universitario? Nada, quédense tranquilos. Váyanse de vacaciones y dejen la facultad a merced de todos los problemas posibles. No pierdan un minuto de su tiempo de ocio en averiguar si las cosas están bien a pesar de su ausencia. Nooooo. Mirá si van a sentir responsabilidad hacia el trabajo por el que les pagan.

Ineptos.

viernes, 16 de julio de 2010

No es cualquier entrada

Era una mañana cualquiera, de un día cualquiera, de una semana cualquiera y hacía un frío cualquiera. Dos personas se detuvieron frente a la puerta de un bar cualquiera e hicieron caso a la orden pegada arriba de la manija. Aquel bar les regaló ese cálido resguardo por los minutos que les llevara acabarse el café con leche que iban a pedir una vez ubicados en una mesa cualquiera. Una moza los atendió. El pedido fue rápido, la exposición de facturas hizo fácil la elección. Hablaron de un tema cualquiera. No tenían apuro. El tiempo no los corría esta vez. La puerta se abría constantemente y le daba paso a una persona cualquiera... y a otra y a otra. Hasta que entró aquel niño, que no era cualquiera. Y se acercó a la mesa de aquellas dos personas que disfrutaban de la compañía mutua y del café con leche que calentaba sus estómagos. El niño fue a dar con él, que tampoco era cualquiera. Pidió... algo, no sé bien qué y tampoco tiene importancia. Enseguida él tocó su billetera y fue evidente que no quería darle plata (¿a dónde iría a parar lo que recaudara en el día?, había dicho alguna vez). Apoyó su mano sobre esa espalda débil y acercándose al oído pequeño, preguntó ¿Querés una factura? No hace falta hacer explícita cuál fue la respuesta del niño. Entonces él le pidió que lo acompañe hacia donde estaban en exposición un montón de facturas de las que el niño jamás imaginó poder elegir. La mano de él seguía apoyada cuidadosamente en la espalda del niño. Estaba un poco inclinado para no tener que hablarle desde arriba. Yo acabo de probar la de dulce de leche y es riquísima. No dijo gracias. Se fue. Ella sólo vio su espalda y su manito sosteniendo la factura que acababan de darle en una servilleta y no pudo evitar que los ojos se le inundaran de lágrimas. En todo momento la mirada de ella se posaba en él y después en el niño. Contemplaba con inmensa concentración lo que estaba pasando y disfrutaba hacerlo. Su corazón latía fuerte y sentía orgullo por la persona que hasta hacía unos minutos, estaba sentada frente a ella. Y allí volvía, como si no hubiese pasado nada. Como si lo que acababa de hacer no lo hubiese convertido en la mejor persona que ella había conocido jamás. Se sentó en la silla de la mesa cualquiera del bar cualquiera. Notó la humedad en las mejillas de ella y el agua en sus ojos; esos ojos que no dejaban de mirarlo. Él le devolvió una mirada con mezlca de dolor y humildad. Era lo que tenía que hacer... no hizo falta que lo diga.

Relato de un hecho verídico. Ciudad de Córdoba, 16 de julio de 2010.
Él se llama Matías.

viernes, 9 de julio de 2010

Agradable shock

"Un sueño posible" es el título más cursi y pedorro que podían haber elegido para traducir "The Blind Side". Se me acaba de cruzar esa idea por la cabeza, la escribí y ahora releo... cuánta razón tengo. Y lo peor de todo es que tampoco define la trama de la película; es más, me atrevería a afirmar que no tiene absolutamente nada que ver con la película. Tengo motivos que respaldan esta teoría, pero no voy a explayarme sobre ella por respeto a la gente que no la vio. Pero no fue esto lo que casi involuntariamente me impulsó a prender la computadora, iniciar sesión y empezar a escribir. Lo que me impulsó a hacer todo eso fue más bien lo que le da el título a esta entrada... Acabo de terminar de ver por segunda vez The Blind Side (me rehúso a llamar a esa película por su nombre en español, puaj) y movió muchas cosas en mí una vez más. Sigo en estado de shock, en su buen sentido de palabra. Es lindo saber que existen finales felices fuera de una pantalla que muestra pura ficción. Es inspirador saber que aún queda gente desinteresada en el mundo. Es increíble ver cómo una vida puede dar un giro totalmente inesperado. The Blind Side pasó a ser oficialmente mi película de cabecera, ésa que no me cansaría de ver. Ésa que debería tener siempre a mano en caso de olvidarme de lo que me propuse la primera vez que la vi. Sí. Pienso que debería haberían exisitir más Leigh Annes en este planeta...