lunes, 30 de noviembre de 2009

¡Felisa, me muero!

No pregunten por qué, pero desde que tengo uso de razón (y memoria) mi familia acostumbró a festejar la llegada de los años nuevos con una tradición, me explicaron, española: comer 12 uvas antes de que el reloj marque las 00:00. Mi abuela hace sonar una pequeña campana y tras oír el ruido, uno tiene que comenzar a desmenuzar el fruto redondo a la vez que pronuncia en su cabeza el deseo número 1, luego el 2, luego el 3, y así sucesivamente. Hoy, en uno de esos tantos momentos en que el mundo se congela para mi mente, que sólo puede prestarle atención a lo que piensa, llenaron mi cabeza un sinnúmero de deseos que deseo (valga la redundancia) para el 2010. Y me pregunté si una docena de uvas me alcanzarían. Nunca fui organizada para el tema de la ingestión, seguida del pedido, y suelo tener que apurarme para alcanzar al resto, escapándoseme así, algún que otro deseo. Es por eso que hoy decidí hacer lo que nunca hice hasta ahora: confeccionar una lista para que nada quede afuera (o al menos no lo más importante). Claro que la lista no va a ser pública porque, de serlo, los deseos no se cumplirían... y lo pienso yo, que soy lo menos supersticiosa que viene en cuerpo humano.

Me salió el tiro por la culata

Resulta que hoy, después de despotricar en contra de la computadora que me tiene harta con sus ya-no-tan atrapantes vicios, como ser Messenger, Facebook, y (en menorsísima medida) el Blog, llegó un momento del día en que tuve que hacer tiempo y me vi atrapada por lo que fue motivo de mis quejas horas más temprano. "Es tan lindo desenchufarte y dejar de estar pendiente de la computadora" (sic). Pero es que mi madre chocó a un perro por segunda vez en tres meses (aproximadamente) y tuve que ir en su rescate para evitar que gaste una fortuna en taxi. Tristemente, pero para nuestro alivio, los objetos de sus karmas van disminuyendo en tamaño (considerablemente): un tiempo fueron taxis, luego motos y, hoy, son perros. El primer perro que chocó fue a dar con su capot, después de que un auto se lo llevara bien puesto. (Lo que es estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, ¿no?). En el caso del segundo, la historia fue al revés. Pobre, ¿qué sabía él (digo "él", pero en realidad no sé de qué sexo era y digo "era" porque por las descripciones que dio mi progenitora, estoy 99,9% segura de que no se salvó) que la circunvalación es peligrosa y que los autos suelen alcanzar velocidades de hasta 200 kph? (Claro que mi madre no superaba los 110, como buena acatadora de reglas de tránsito que es). En fin, ¿en qué estaba? Ah, sí (me fui un poquito por las ramas). Decía que tuve que hacer tiempo para ir a rescatar a mi madre en el momento en que ella así me lo ordenara. Y hasta entonces, decidí divagar por blogs. Encontré cosas muy interesantes que me mantuvieron despierta hasta las 2 de la mañana (todas ellas aparecen en mi "Jardín de gente"). Recomiendo que pasen y vean. He aquí dos adelantos: The Power of a Good Story (Apto para todo público. Es decir, entendedores y no entendedores del inglés) y Messenger (También APT).

Sí, es ciero. El formato texto es más común en los blogs, pero éstos videos son dignos de ser compartidos. Y por supuesto que también encontré textos de lo más ingeniosos, pero no tengo ganas de seleccionar ejemplos. En fin, ahora debería ir a dormir. Mañana voy a invocar un diluvio* y para eso, necesito estar descansada.


*Entiendasé por "invocar un diluvio" "acomodar mi habitación".

Buenas madrugadas.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Gracias, alma despistada

Todo bípedo que habite la ciudad de Córdoba y que utilice un vehículo particular como medio de transporte sabrá que estacionar en la zona céntrica de la mencionada ciudad no es tarea fácil. No sólo por el tráfico y la superpoblación de autos en las calles en las que el estacionamiento está permitido, sino porque además escasean las monedas y los parquímetros elitistas sólo aceptan de un peso o de cincuenta. Cuando buscás monedas en tu bolsillo, cartera, monedero y/o cenicero del auto y te das cuenta de que son todas de 25, te querés matar. Te armás de paciencia y empezás a recorrer los 5 quioscos que tenés medianamente cerca y, con tu mejor cara, pedís monedas para el parquímetro. O, con una estrategia mucho más inteligente, comprás una tableta de chicles Topline con un billete de dos pesos, rogando que el vuelto tenga la forma de la tan preciada moneda que estás necesitando. Y no, después de que el quiosquero te pregunta si tenés cambio y de que vos le mentís descaradamente "Mmm... no, la verdad, nada de monedas", ves que su mano se acerca a la tuya sosteniendo un par de monedas cuyo valor no alcanzás a descifrar y pensás "que sean de 50, que sean de 50", pero no. En la palma de tu mano, resplandece el metal, a veces plateado o a veces dorado, de un par de victoriosas monedas de 25 que parecen mirarte burlonas. "Bueno", pensás, "con monedas de 25, es más factible que alguien se apiade de mí y me las cambie por unas de 50". Y, finalmente, 5, 10, 15 o 20 minutos más tarde, lográs introducir las monedas que corresponden para comprar tu porción de tiempo de las calles del centro de Córdoba (eso cuando el parquímetro no te la escupe como diciendo "nena, la monedita es falsa". O cuando ni siquiera la escupe y vos te quedás ahí parada, rindiéndote ante la cruel derrota por haber perdido para siempre aquellas monedas que tanto te costaron conseguir).
Por todo eso tiene que pasar un simple ciudadano cuando hace una excursión al centro. La próxima vez, dejás el auto en tu casa y te tomás un colectivo, que seguro renegás menos.
Mi madre y yo nos vimos eximidas de tal trajín un par de días atrás. Entre las dos logramos reunir lo necesario para una hora y media de estacionamiento. El parquímetro aceptó nuestras monedas sin quejas y pudimos continuar con nuestros quehaceres, sabiendo que tal vez íbamos a necesitar agregar más monedas al cabo de la hora y media; monedas que ya teníamos en nuestro haber. Pero, para nuestra sorpresa, no hizo falta. Cuando llegamos a donde estaba el auto, nuestro parquímetro marcaba una hora más de la que debería haber marcado. Como el auto de atrás no era el mismo que estaba cuando nosotras estacionamos y su parquímetro también había sido alimentado, mi conclusión fue que el señor o la señora, en un minuto de despiste, introdujo monedas en el parquímetro equivocado. A quién sea que haya sido, ¡gracias!

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Desarrollando léxico

Intenté enseñarle a decir palabras. Él miraba mi boca como intentando descifrar los movimientos, pero no lograba mover la suya. Es tal la concentración con la que me mira que sé que pronto va a hablar para decir todo lo que calló hasta ahora.

martes, 24 de noviembre de 2009

Parálisis de iris




O lo que, comúnmente, se conoce como dilatación de pupila, resultado de un fondo de ojos.


Sí, ya sé. Tengo que depilarme las cejas, sssshhhh.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Teoría de las fantasías

Fantasies have to be realistic because the moment -the second- that you get what you seek, you don't -you can't- want it anymore. In order to continue to exist, desire must have it's objects perpetually absent. It's not the "it" that you want, it's the fantasy of "it".


En La vida de David Gale.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Silencio invasor

El silencio sellaba las bocas cercanas. Invadía el ambiente y espesaba el aire; aire que se volvía difícil de respirar con cada palabra no pronunciada. Y la incomodidad no escapaba de la escena. ¿Cómo transformar la seriedad en risas? ¿Cómo actuar? ¿Qué decir? ¿Decir?. Nada parecía matar a aquel invasor. Hubiese sido mejor el silencio en soledad que el silencio en compañía. Y el tiempo se les escapaba de las manos y se sentían atrapados en lo que callaban. Hasta que la palabra tomó forma, pero no de manera segura. Era tímida y se abría paso por entre el espeso silencio que apenas la dejaba moverse. Silencio no grato, no bienvenido. Y mucho menos cuando nos inunda en compañía.

domingo, 8 de noviembre de 2009

¿Dos veces bueno?

Lo bueno, si breve, dos veces bueno - suele decir mi madre. Creo que desde el primer momento en que esas palabras llegaron a mis oídos, empecé a buscarles el sentido que encerraban. Si algo es bueno, ¿por qué debería ser breve? (Cabe destacar que eso fue una pregunta retórica ya que no busco respuestas. Respuestas que yo misma podría darme, pero simplemente no quiero). Este fin de semana fue bueno (y digo "bueno" para ajustarlo a la frase, porque en realidad el "bueno" es demasiado poco adjetivo) y el hecho de haber sido breve NO lo hizo doblemente ese demasiado poco adjetivo, en absoluto.
Una vez más compruebo que esa frase no tiene cabida en mi sistema ideológico.

jueves, 5 de noviembre de 2009

(En Patch Adams)

I Don't Love You
No te amo

I don't love you as if you were the salt-rose, topaz
No te amo como si fueras rosa de sal, topacio
or arrow of carnations that propagate fire:
o flecha de claveles que propagan el fuego:
I love you as certain dark things are loved,
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretly, between the shadow and the soul.
secretamente, entre la sombra y el alma.

I love you as the plant that doesn't bloom and carries

Te amo como la planta que no florece y lleva
hidden within itself the light of those flowers,
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
and thanks to your love, darkly in my body
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
lives the dense fragrance that rises from the earth.
el apretado aroma que ascendió de la tierra.

I love you without knowing how, or when, or from where,
Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,
I love you simply, without problems or pride:
te amo directamente sin problemas ni orgullo:
I love you in this way because I don't know any other way of loving
así te amo porque no sé amar de otra manera,

but this, in which there is no I or you,
Sino así de este modo en que no soy ni eres,
so intimate that your hand upon my chest is my hand,
tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,
so intimate that when I fall asleep it is your eyes that close.
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.


Éste es uno de los sonetos más fantásticos que leí en mi vida... La traducción es excelente, también. Estoy mirando Patch Adams y volví a cruzarme con esto. Se me ocurrió ponerlo acá...

lunes, 2 de noviembre de 2009

Desconexión

Escapemos de la realidad, de la imaginación, de las teorías, de las prácticas, de las hipótesis, de los hechos, de las ganas, del aburrimiento, del hoy, del mañana, y (¿por qué no?) del ayer también. Olvidemos la libertad y las obligaciones, la felicidad y la tristeza. Borremos el negro y el blanco y el gris también. Suspendamos el tiempo, nos descontextualicemos de lo que nos rodea. Seamos uno en uno. Volemos. Que el pensar y el sentir no nos acompañe. Que la mente no haga otra cosa que pausarse hasta nuevo aviso. Que experimente el grado máximo de la relajación. Que todo sea posible...