(Como si hubiese estado tan abierto antes...)
martes, 11 de enero de 2011
lunes, 10 de enero de 2011
El calafate es un fruto.
En diez horas y media y, si todo sale bien, voy a estar acomodándome en el asiento de un colectivo con destino a El Calafate (mentira, el destino es Río Gallegos, pero eso es porque no hay directos desde Cba.), pero el detino final, final sí es El Calafate. Hoy me enteré de que el nombre del lugar viene de un fruto que pienso probar en cuanto pise suelo santacruceño (?) Aparentemente viene acompañado de la creencia de que si comés el fruto, vas a volver a la Patagoña o te vas a quedar ahí (Ahora: volver, sí; quedarme, ni en pedo. Tengo un muy buen novio que no me atrevería a cambiar por un paisaje de puta madre y un clima más fresco) Hoy vino un amigo a traerme un libro con imágenes de lo que voy a conocer a partir del jueves y ahí salía ese tipo de información. Me dijo que le salió 100 dólares. Yo no podía creer que alguien pueda gastar tanta plata en un libro de fotos que pudo haber sacado perfectamente él mismo (bueno, no es lo mismo, pero para mí sí; lo que no sale en la imagen por no tener la habilidad o la gran cámara, queda en la retina) Resulta que mi amigo me recomendó no dormir esta noche así estoy lo suficientemente cansada como para dormir en el colectivo. Empecé a hacerle caso hasta que hablé con mi novio y me hizo notar lo que yo obvié: si salgo a las 13:30 pm voy a dormir todo el día y a la noche voy a tener los ojos como el dos de oro. Soy re viva. Ahora ya está, son las 3:01 am y sigo acá. Mañana me tengo que levantar temprano para terminar con los preparativos; odio el fin de los comienzos de los viajes. Divino trayecto me espera. Colectivo, ten piedad.
Doctor, doctor.
Necesito que alguien me explique mi condición: Estoy harta de la música. Yo, que no iba ni al baño sin alguna melodía de fondo. Ahora me da lo mismo. ¡Me da lo mismo! y hasta, a veces, me molesta. No tengo más esos antojos que solía tener. Me di cuenta de que la situación era peor de lo que pensaba porque tengo un viaje de 40 horas (en colectivo) por delante. Lo primero que hice fue poner 3 libros en mi cartera, pero después pensé que no me vendría mal revivir el mp3. El pobre es viejito, nunca tuve ganas de renovarme. De pedo le entran 80 temas, pero peor es nada, ¿no? La cuestión es que cuando buscaba entre mi música con qué podía alimentarlo, nada me llamaba. Antes, cuando hacía lo mismo, me quedaban 38490 temas afuera y editaba la lista 5 veces hasta que quedara fantástica. Hoy no me importó. El típico cartel me avisaba que estaba lleno y ahí estaba yo, entre las opciones "Reintentar" o "Cancelar". Apreté "Cancelar" y a otra cosa mariposa... Es grave. Es muy grave. Me siento mal. Quiero cura urgente.
sábado, 8 de enero de 2011
Hereafter
Desde hace unos días, los cordobeses tenemos la dicha de contar con otro cine en la ciudad. Alguien nos había conseguido 2x1 así que mis padres y yo teníamos la excusa perfecta para ir a conocerlo y, de paso, repetir una costumbre de sábados que se fue apagando con el tiempo: la de poder disfrutar de una película a la mañana, cuando no hay gente, y almorzar después en algún lugar de algún patio de comidas. Por supuesto que cuando estábamos a más de la mitad del camino, nos dimos cuenta de que habíamos dejado el 2x1 en el desayunador de casa, pero eso no nos hizo volver. Muy simpático el cine, muy prolijo y, lo que es mejor, muy vacío (nadie va a ver una película a las 11.45 de la mañana de un sábado) Parecía un derroche de energía tener una película marchando sólo para nosotros tres, pero ¿qué importa? Es la segunda vez que me pasa (La primera fue cuando vi una película francesa con una amiga de mi madre que se llama Hay un tonto en mi casa... y la sala para nosotras dos) Volviendo a la de hoy, una vez más, Clint demostró que sabe hacer películas. Y, curiosamente, el hereafter es un tema que me viene dando vueltas en la cabeza desde hace rato.
A veces está bueno esto de ser hija única.
A veces está bueno esto de ser hija única.
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