sábado, 8 de enero de 2011

Hereafter

Desde hace unos días, los cordobeses tenemos la dicha de contar con otro cine en la ciudad. Alguien nos había conseguido 2x1 así que mis padres y yo teníamos la excusa perfecta para ir a conocerlo y, de paso, repetir una costumbre de sábados que se fue apagando con el tiempo: la de poder disfrutar de una película a la mañana, cuando no hay gente, y almorzar después en algún lugar de algún patio de comidas. Por supuesto que cuando estábamos a más de la mitad del camino, nos dimos cuenta de que habíamos dejado el 2x1 en el desayunador de casa, pero eso no nos hizo volver. Muy simpático el cine, muy prolijo y, lo que es mejor, muy vacío (nadie va a ver una película a las 11.45 de la mañana de un sábado) Parecía un derroche de energía tener una película marchando sólo para nosotros tres, pero ¿qué importa? Es la segunda vez que me pasa (La primera fue cuando vi una película francesa con una amiga de mi madre que se llama Hay un tonto en mi casa... y la sala para nosotras dos) Volviendo a la de hoy, una vez más, Clint demostró que sabe hacer películas. Y, curiosamente, el hereafter es un tema que me viene dando vueltas en la cabeza desde hace rato.

A veces está bueno esto de ser hija única.

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