lunes, 10 de enero de 2011

El calafate es un fruto.

En diez horas y media y, si todo sale bien, voy a estar acomodándome en el asiento de un colectivo con destino a El Calafate (mentira, el destino es Río Gallegos, pero eso es porque no hay directos desde Cba.), pero el detino final, final sí es El Calafate. Hoy me enteré de que el nombre del lugar viene de un fruto que pienso probar en cuanto pise suelo santacruceño (?) Aparentemente viene acompañado de la creencia de que si comés el fruto, vas a volver a la Patagoña o te vas a quedar ahí (Ahora: volver, sí; quedarme, ni en pedo. Tengo un muy buen novio que no me atrevería a cambiar por un paisaje de puta madre y un clima más fresco) Hoy vino un amigo a traerme un libro con imágenes de lo que voy a conocer a partir del jueves y ahí salía ese tipo de información. Me dijo que le salió 100 dólares. Yo no podía creer que alguien pueda gastar tanta plata en un libro de fotos que pudo haber sacado perfectamente él mismo (bueno, no es lo mismo, pero para mí sí; lo que no sale en la imagen por no tener la habilidad o la gran cámara, queda en la retina) Resulta que mi amigo me recomendó no dormir esta noche así estoy lo suficientemente cansada como para dormir en el colectivo. Empecé a hacerle caso hasta que hablé con mi novio y me hizo notar lo que yo obvié: si salgo a las 13:30 pm voy a dormir todo el día y a la noche voy a tener los ojos como el dos de oro. Soy re viva. Ahora ya está, son las 3:01 am y sigo acá. Mañana me tengo que levantar temprano para terminar con los preparativos; odio el fin de los comienzos de los viajes. Divino trayecto me espera. Colectivo, ten piedad.

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